Panchito Pinceles era un niño artista. Un día su abuelo lo llevó a pasar un fin de semana al palacio de un viejo amigo, famosísimo jugador de ajedrez. Allí descubrió un precioso ajedrez totalmente tallado a mano; su tablero era una mesa de mármol . A Panchito le llamó muchísimo la atención; así que aquella noche salió sigilosamente de su habitación con su caja de pinturas, y se dirigió a la sala del ajedrez para aplicarse a la tarea de darle colorido a este hermoso juego, esperando con su arte sorprender al amigo y al abuelo.
Pero a la mañana siguiente, el amigo del abuelo al ver los miles de colores de las figuras se disgustó muchísimo: aquella misma tarde tenía una importante partida, y por muy bonitos que fueran todos aquellos colores, era imposible jugar al ajedrez porque no se podía diferenciar unas piezas de otras, y menos aún ver las casillas del tablero.
Entonces, el abuelo explicó a Panchito que la belleza malograba las cosas si las desordenaba y les impedía su finalidad. El ajedrez -ahora de hermosos colores- ya no serviría para practicar el deporte ciencia. Panchito se quedó muy apenado, pero como era un artista y no se rendía fácilmente, pidió permiso para arreglar el ajedrez. Sabiendo lo artista e ingenioso que era, el amigo y el abuelo decidieron darle una oportunidad. Panchito se encerró durante horas con sus pinturas, y cuando acabó, poco antes de la gran partida, llamó a ambos y les enseñó su trabajo.
¡Era un ajedrez aun más precioso! Ahora sí había dos bandos perfectamente reconocibles,de forma que todo el conjunto tenía una armonía y orden insuperables. Panchito había comprendido que hacía falta un mínimo de orden, ¡y supo hacerlo sin renunciar a los colores!
Los dos mayores se miraron con una sonrisa: estaba claro que Panchito Pinceles se convertiría en un gran artista.
Pero a la mañana siguiente, el amigo del abuelo al ver los miles de colores de las figuras se disgustó muchísimo: aquella misma tarde tenía una importante partida, y por muy bonitos que fueran todos aquellos colores, era imposible jugar al ajedrez porque no se podía diferenciar unas piezas de otras, y menos aún ver las casillas del tablero.
Entonces, el abuelo explicó a Panchito que la belleza malograba las cosas si las desordenaba y les impedía su finalidad. El ajedrez -ahora de hermosos colores- ya no serviría para practicar el deporte ciencia. Panchito se quedó muy apenado, pero como era un artista y no se rendía fácilmente, pidió permiso para arreglar el ajedrez. Sabiendo lo artista e ingenioso que era, el amigo y el abuelo decidieron darle una oportunidad. Panchito se encerró durante horas con sus pinturas, y cuando acabó, poco antes de la gran partida, llamó a ambos y les enseñó su trabajo.
¡Era un ajedrez aun más precioso! Ahora sí había dos bandos perfectamente reconocibles,de forma que todo el conjunto tenía una armonía y orden insuperables. Panchito había comprendido que hacía falta un mínimo de orden, ¡y supo hacerlo sin renunciar a los colores!
Los dos mayores se miraron con una sonrisa: estaba claro que Panchito Pinceles se convertiría en un gran artista.
esta buenaso ,leanlo
ResponderEliminarMuy buen cuento:)me sirvio de mucha gracias son las mejores:)By:Danitza Gutierrez<3
ResponderEliminarjajjajajaja leanlo en serio esta BUENASO jajajaj sirve de mucho-.-
ResponderEliminaresta lindisimo me encanta su blog pongan mas cosas divertidas
ResponderEliminarkaty
noo. enserio amo su blog esta buenaso ,bn chvr.oigan quiero conocerlas hagan un video de utedes xfa .las amo REANVI
ResponderEliminarAlexa
Muy bien chicas; aprecio que se preocupen por escribir bien, en una época en la que se menosprecia la escritura. Estoy cansado de leer páginas mal puntuadas, con ideas superficiales, confusas e incoherentes.
ResponderEliminarFelicitaciones chicas,es una página muy creativa e interesante.
ResponderEliminarAUTOR: PEDRO PABLO SACRISTAN. VER:https://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/el-ajedrez-de-los-mil-colores
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